Lewis Carrol, en “Alicia en el País de las Maravillas”, nos transporta a la dualidad del mundo adulto-niño y a sus sensaciones contradictorias: imaginación-realidad, juego-trabajo, diversión-responsabilidad, etc… Esta escuela de educación infantil se transforma en el mundo de Alicia, donde todo son sensaciones, experiencias, juegos de escalas, color, percibidas a través de los ojos inocentes del niño. Este mundo convive con el del adulto, complementado y potenciado por la dualidad de escalas. El edificio se plantea como un continuo formado por piezas que van sectorizando el espacio según se va recorriendo, y relacionando transversalmente ambos mundos,el exterior y el interior, potenciando la ambigüedad entre ambos, de donde se juega y de donde se impone la educación, para que al final todo sea un continuo día feliz entre amigos.